Ley de las Consecuencias
1: Ley de las CONSECUENCIAS
Nuestras
acciones, tienen consecuencias.
Si a un
automóvil no le ponemos gasolina, no camina. Si en lugar de gasolina, le
ponemos kerosene, no sólo no va a caminar, sino que se va a malograr el motor y
tendremos que repararlo o desecharlo.
Para muchas
personas, esto que es fácil de entender cuando se trata de objetos o bienes
como un automóvil, pero, no resulta tan evidente cuando se trata de ellos
mismos.
Por ejemplo.
Si gastas
más de lo que ganas, pronto no sólo estarás endeudado, sino que pasaras hambre.
Muchas
veces, el problema no esta en cuanto ganas, sino más bien en como organizamos nuestro
presupuesto y decidimos la forma en que se distribuye el ingreso. Poco ayuda en
este sentido las tarjetas de crédito de las tiendas que se orientan a motivar
el consumo de productos que muchos veces no son tan necesarios para nuestra
vida.
Agudiza el
conflicto, el que generalmente las personas no tenemos clara la diferencia
entre gasto e inversión.
Si comes mal
y tienes una vida sedentaria, tarde o temprano, tendrás un problema de sobrepeso,
que puede terminar en un problema cardíaco, diabetes o hipertensión.
Como nuestra
prioridad es trabajar, “comemos lo que hay disponible”. Algunas veces pura
comida chatarra o comida rápida. Descartamos las verduras y en lugar de frutas
consumimos embolsados como papas fritas. Otras veces nuestros malos hábitos
alimenticios nos hacen consumir gaseosas como la “bebida de sabor nacional” que
contiene tartrazina, el cual puede ocasionar reacciones alérgicas, como
urticaria, edema y rinitis.
Sumamos a
esto, que como trabajamos mucho y estamos cansados, además de flojos, no
hacemos ejercicios, ni descansamos adecuadamente. Y luego nos preguntamos
porque estamos “más redonditos que de costumbre”.
Y en el caso
de nuestros hijos, que la modernidad y nuestra comodidad por los facilismos
para salir de más complicaciones, les hemos dado celulares, tablets y el acceso
indiscriminado al Internet, lo cual les han quitado los juegos infantiles de
antaño, así como los deportes, convirtiéndolos en seres huraños y poco
comunicativos. Gracias a esto y los malos hábitos alimenticios, hoy en día, uno
de cada cuatro menores entre 5 y 9 años, en el Perú, tiene sobrepeso y
obesidad, y corren el riesgo de desarrollar enfermedades coronarias,
hipertensión y hasta hígado graso, con fuertes posibilidades a hacer diabetes.
Entonces es
claro. Lo que nos ocurre es consecuencia de lo que hacemos. Ahora bien, como
funciona esto con el tema de los límites.
A nivel
personal.
Si me tratan
mal, con descortesía o incluso con violencia verbal, es muy probable que algo
de lo que estoy haciendo está dando un mensaje inadecuado sobre cómo debo ser
tratado. Toma un momento y evalúa que tipo de mensaje les están transmitiendo a
los demás tus acciones. Es importante que determines hasta donde pueden llegar
los demás, en su trato contigo. Cada vez que una persona te hiere o te molesta,
es porque tú se lo permites. Sin perder la compostura o exaltarte, usando en
todo momento, un tono de voz neutro, comienza a informar a los demás como
quieres que te traten y pídeles que lo hagan. Así, esta primera ley funcionara
muy bien en tu vida: Cosecha lo que siembras.
A nivel
laboral.
Si como
responsable de un área operativa, no me preocupo por integrar a mi equipo de
trabajo, la comunicación se torna escasa o nula y dejo que cada quien haga lo
que le parezca, no debo extrañarme porque el clima en mi área sea muy malo y
encima tenga baja eficacia y productividad. Hoy en día no es suficiente ser un
experto y disponer de los conocimientos técnicos para realizar las labores. Es
necesario desarrollar una serie de habilidades personales que le faciliten
liderar a su equipo de colaboradores, dentro de estas competencias necesarias
está el saber dosificar límites.
Hasta donde pueden llegar las personas en su
relación interpersonal y laboral. Esto facilitara un ambiente claro y libre de
chismes, por ejemplo. Evitará que el jefe tenga que volverse el “ogro” del
trabajo, por su incapacidad de liderar.
Entonces
está claro. Cada uno cosecha lo que siembra. Esta es la primera ley de los
límites. La de causa y efecto. La de la siembra y cosecha. Lo que nos pasa en
cualquier ámbito de nuestra vida es resultado de nuestras acciones y de la
manera como dejamos que los demás nos traten. No es un tema del destino, de la
suerte, de algún talismán o hechizo. Es simple. Somos consecuencia de nuestras
acciones, así que empecemos a ser responsables con nosotros mismos.
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